Ingredientes: 5 limones de piel muy gruesa, a ser posible variedad real. 1 kg. de azúcar blanca o de caña, según se quiera más transparente o más oscura. Agua. La elaboración es parecida a la receta de confitura de naranjas amargas descrita en este mismo blog. Esta variedad de limones, poco ácidos y con la piel muy gruesa, es muy antigua y está en recesión, cultivándose mayormente en huertos y jardines de las provincias de Málaga y Granada. Los de esta receta provienen del jardín de la familia Clarke de Almuñécar, conservados en el árbol hasta su total maduración, lo cual ha proporcionado una confitura extraordinariamente aromática.
Lavar los limones y ponerlos a cocer enteros en una olla cubiertos de agua, durante media hora, a fuego moderado. Después dejar enfriar, sacar los limones y reservar el agua.
Cortar los limones en dos mitades y sacar las pepitas junto con la pulpa que se desprende fácilmente por la cocción. Esa pulpa y pepitas se cuecen durante una hora aproximadamente en el agua que habíamos reservado de cocer los limones y, mientras, vamos cortando la cáscara en juliana y la vamos poniendo en una cacerola grande a la que añadiremos el agua colada de la cocción de pulpa y pepitas. Insistir con una maza dando vueltas en el colador para aplastar la pulpa y que suelte el máximo de jugo y su propia pectina que será la que espese la confitura. El resto sobrante y las pepitas se desechan. (La proporción aproximada sería la misma cantidad de juliana, de líquido y de azúcar) Dejar cocer el limón picado con ese jugo a fuego moderado, durante una hora. Después añadir el azúcar y cocer hasta que espese, al menos una hora más. Envasar en caliente en tarros de cristal bien limpios y esterilizados. Tapar inmediatamente para que se haga el vacío con el vapor.